Julio Rascayú, técnico de pruebas de un Banco de datos de Refrián, presentó a su jefe más inmediato, a principios de los años cincuenta, una propuesta para que se cambiaran todas las señales de tráfico de la ciudad y se pusieran unas nuevas que había diseñado el mismo en sus ratos libres. El problema es que Rascayú era seguidor de la Iglesia Pezpollera y su fanatismo le llevó a cometer algún que otro exceso. Su jefe pasó de él, pero su proyecto llegó a manos de Cándido Conde, otro devoto del pezpollerismo más integral y, tras dar mucho la lata e inclusive la vara, consiguió que en algunas ciudades al Sur de Katakumba se impusieran las nuevas señales, de las que les mostramos algunas muestras.
Dos de las señales diseñadas por Rascayú. Arriba la que indica que en las proximidades hay una gasolinera y una capilla pezpollera. La de abajo indica la obligación de saludar al pez polla.viernes, 7 de mayo de 2010
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