sábado, 8 de mayo de 2010

Arquitectura y Pez Polla

Ya hemos podido ver algunos magníficos ejemplos que la influencia del pez polla ejerció sobre varios arquitectos, sobre todos los encargados de construir y levantar templos e inglesias en honor al pez polla. No vamos ahota a repetir las mismas imágenes. Tiran hacia atrás y las ven otra vez.
Pero es que el pez polla no solo inspiró a arquitectos religiosos, también lo hizo, y de que manera, con los civiles.

Los primeros civiles que se liaron la manta a cabeza y dijeron a sus directores de obra que se dejaran de gaitas y se dejaran influir por el pez polla, fueron los duques de los grandes lagos de Suiza. Este ejemplo que vemos aquí arriba es el paradigma de todos los castillos pezpolleros: Le cható Brián, ubicado cerca de la Nebulosa Septentrional efímera y levantado, con mucho esfuerzo, por el arquitecto, Joanes Pichulingui por encargo del Duque Sito, un hijoputa con cara de conejo que se hizo rico con el cultivo de lechugas y cenutrios cogolludos.


Este otro de aquí arriba es el Castillo de las Angustias y se llama así porque era angustioso llegar hasta él. Los accesos eran de tos y muy durísimos. El camino estaba tan empinado que los que llegaban hasta el puente levadizo recibían el nombre cariñoso de “empalmaos” por lo empinao.
Lo mandó construir Indalecio Ludovico, Duque de Perineo en homenaje al pez polla que le predijo que iba a ganar la loto y la ganó. Nunca lo pudo olvidar en para no hacerlo construyó eso.


Este otro castillo que vemos aquí arriba es una pasada por dentro. Por fuera no está mal, pero por dentro es de película. Tiene de todo hasta jacuzzi y en el capullo de las dos torres hay unas saunas verticales colgantes que te cagas de lo espaciosas que son. Se llama Castillo de Collanza y lo mandó construir Gertrudis la Vaginal, la mujer del Duque de Astrágalo, que estaba como una chota y además era ninfomaniaca. Tenía tres retretes y dos baños para hacer abluciones nocturnas. ¿Su arquitecto? Desconocido o por lo menos no se sabe el nombre. Dice la leyenda que Gertrudis se lo trajo personalmente desde Calatayud para dirigir el proyecto y una vez finalizado, nada más entregarle las llaves, lo mató a polvos y los metió, los polvos, en una vasija que tiró al lago Tres. Dicen que lo mató para que jamás revelara el secreto de sus pasadizos secretos. Pero otros dicen que a Gertrudis se le fue un poco la mano en la pasión y el arquitecto se le quedó en el follón y nunca mejor dicho.Pero donde mejor se ha expresado la arquitectura pezpollérica es en los faros.
Son muchos los faros en todo el mundo que rinden tributo y homenaje al pez polla. No hay cabo en costa alguna en el que no podamos encontrar algún faro pez pollero con farero y todo. Es una pasada pero es verdad.

Los primeros que empezaron a construir faros inspirados en el pez polla fueron los cartagineses. Luego vinieron los vikingos, más tarde los asdrúbales y ya fueron los indecentes los que terminaron por perfeccionar el faro pez pollero tal y como ha llegado a nuestros días, aunque claro los indecentes lo mantenían encendido prendiendo hogueras con madera de caña jistosa y ahora son eléctricos y claro, no hay comparación.

El faro de Cotolengo, que vemos aquí arriba, es de los más antiguos del mar Mediterráneo. Debe tener como mínimo diez siglos o más incluso y a pesar de las múltiples remodelaciones que se le han ido haciendo con los años, sigue conservando el encanto de antes.

Lo mismo se puede decir del faro de Tegualtipac, en la baja Sajonia. Es, según todos los expertos, uno de los más bonitos que aún quedan operativos y de hecho es que la UNESCO le ha concedido el título de patrimonio del matrimonio.
Y finalizamos este breve pero intenso repaso por el mundo de los faros pezpolleros mostrándoles
el Faro de las Lamentaciones, ubicado en el Norte de la Guayana senegalesa y que es uno de los más visitados de todos los que hay, más que nada porque aún conserva el encanto de cuando se construyó, allá por la época de Pepe el Habichuela. A este faro se va a pedir perdón y a arrepentirse de todo lo malo que se ha hecho en la vida. No sirve para nada, pero tranquiliza las conciencias y la gente se va como nueva tras visitarlo.

Pero la influencia del pez polla llegó al urbanismo.

Son muchos los urbanistas que han definido las nuevas ciudades contando con el influjo del pez polla. No solo han construido sus edificios inspirándose en los influjos del bicho en cuestión, sino que encima han diseñado los Planes Generales de Ordenación Urbana, o PGOU basándose en el animalico.
Louis Saint Luis de Misuris lo hizo en Bricestons, una ciudad al Oeste de Arkansas y luego le colgaron de los pelos del culo hasta que se murió, pero el tío fue valiente y lo intentó.

Son numerosas las ciudades que tienen edificios en los que se puede ver la clara y definitiva impronta del pez polla. Sin ir más lejos, y ya está bastante, Londres es una de ellas. Como se puede comprobar en estos dos grabados de aquí arriba.
Son muchos los estudiosos que han querido analizar el por qué de esta cuestión, pero jamás han logrado saberlo.


A Londres se la conoce como la ciudad pezpollera por antonomasia y así lo reconocen sus ciudadanos que se pasan la vida rezando y rezando a este animal que ya forma parte de sus vidas de una manera indeterminada y abusiva.

Pero esa situación no solo podemos verla en Londres, sino que también en Nueva York, fundada por jamoneros de York, podemos ver la clara influencia del pez polla en muchos de sus edificios. Es una situación que se repite una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez como si fuera una letanía y que no se confunde.
Muchos urbanistas se empeñaron en llevar al pez polla a todos los rincones de las ciudades que estaban definiendo para que nadie se olvidara del bicho.


Jardines, parques, calles, barrios, urbanizaciones periféricas y hasta casas-cuartel se dejaron construir con el claro influjo del pez polla.

Pero no crean que el irrefrenable influjo del pez polla ha inspirado a los arquitectos y urbanistas del mundo occidental. También en oriente la cosa ha estado muchas veces marcada por el bicho que ha dejado muy claro que termina convirtiéndose en uno de los elementos más dinamizadores de todos los que podemos encontrar por ahí.

En Rabila, cerca de Rabala, en pleno Pakistan está esta maravilla.

Se trata del Palacio imperial de Guanadú, una joya de la arquitectura indo-germana alérgica trasladada al mismísimo corazón de la Patagonia central. Es obra de Al Balá Alíbalá un capullo presuntuoso de poca monta, pero que se hizo multimillonario vendiendo pipas con sal en las verbenas de la paloma.
Pero la verdadera obra maestra de la arquitectura contemporánea pezpollera es la Torre Eifel en
París y que podemos ver aquí abajo y que es muy bonita.



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