Julio Rascayú, técnico de pruebas de un Banco de datos de Refrián, presentó a su jefe más inmediato, a principios de los años cincuenta, una propuesta para que se cambiaran todas las señales de tráfico de la ciudad y se pusieran unas nuevas que había diseñado el mismo en sus ratos libres. El problema es que Rascayú era seguidor de la Iglesia Pezpollera y su fanatismo le llevó a cometer algún que otro exceso. Su jefe pasó de él, pero su proyecto llegó a manos de Cándido Conde, otro devoto del pezpollerismo más integral y, tras dar mucho la lata e inclusive la vara, consiguió que en algunas ciudades al Sur de Katakumba se impusieran las nuevas señales, de las que les mostramos algunas muestras.

No hay comentarios:
Publicar un comentario